LA HEMEROTECA: KIKO TOVAR EN 1999


Para el getafense Kiko Tovar, la música empieza en 1994, año que descubrió a Aute, Serrat, Sabina o Silvio Rodríguez. Para entonces sólo contaba 13 años. Ahora, con 18 recién cumplidos, Tovar es uno de los cantautores con más futuro de la ultimísima generación. El estribillo quedón de "No sé tu nombre, sólo sé tu número de pie", de puro simple se ha convertido en uno de los más tarareados de un verano marcado por las canciones de jóvenes y esculturales cantantes latinos. Kiko Tovar es poquita cosa, un pelo ensortijado recogido en coleta, una cara deslavazada aún marcada por el acné y una puesta en escena lo más alejada del glamour. Sus canciones son famosas en garitos como Libertad 8 o La Redacción, donde se curten los nuevos cantantes. Muchas de ellas están recogidas en Tiempo al tiempo, el disco con el que ha debutado y que hoy pone de largo en la FNAC, justo antes de irse a ver en Las Ventas a sus idolatrados Silvio y Aute. Pregunta. Eso de adorar a una mujer por su número de pie, ¿no es fetichismo?
Respuesta. No, tiene que ver más con el zapato de Cenicienta. La historia es real, me enamoré de una chica a la que vi sólo una vez. Estaba bailando y yo no hacía más que seguir sus pies con la vista. Bailé con ella una canción de Serrat, se marchó y no le pregunté su nombre.
P. ¿Y es posible bailar una canción de Serrat?
R. Sí. Se trataba de Lucía en la versión de Rosario.
P. Irrumpe usted en la canción sin muchos referentes musicales...
R. Supongo que eso será por la edad. Pero sí, yo me empecé a fijar en la música en serio cuando entré en un grupo scout de Getafe (1994). Hasta entonces no sabía quiénes eran Sabina, Aute o Silvio Rodríguez. Pero nada más oír sus canciones empecé a sacarla en la guitarra.
P. ¿Hay poesía en un bocadillo de calamares, al que usted dedica una canción?
R. No sé si tanto, pero desde luego es mi comida favorita. Creo que es, muy por encima de los callos y el cocido, el plato típico de Madrid. Cuando voy a ciudades de mar, no conciben que pida calamares dentro de un pan.
P. Le va a encontrar usted una metáfora a manjar tan sencillo...
R. Pues no lo había pensado, pero puede expresar el espíritu madrileño. Eso de mezclar cosas aparentemente no mezclables. Los calamares del mar y el pan del interior castellano..., aunque sea de ayer.
P. Pero Madrid es más que un bocata, ¿no?
R. Para mí es la ciudad de los líos y las contradicciones. He salido poco de Getafe, pero desde que me matriculé en Sociología voy más frecuentemente a Madrid, todavía como turista, o paleto, fijándome en todo. Alucina que te puedan atracar a 20 metros de la Puerta del Sol, en pleno día (me ha pasado), sin que aparezca un policía, mientras en la Puerta del Sol había cientos.

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